Los estrenos de esta semana nos traen un documental que se adentra en la escena Drag Queen limeña, la versión china del clásico japonés sobre la enternecedora amistad entre un hombre y su perro, y una propuesta de terror protagonizada por la actriz de moda en Hollywood: Sydney Sweeney.
"ARDE LIMA" (Perú) de Alberto Castro: Habiendo abandonado su faceta de comentador de cine y dirigido su interés a ser realizador, Alberto Castro tiene una filmografía en la que ha volcado su motivación como activista del movimiento LGBTQ+ con no poco entusiasmo. Su tercer largo, "Arde Lima", confirma el espíritu de cuerpo del colectivo al que representa, aunque no necesariamente haya alcanzado a nivel formal la irreverencia o el desenfado de muchos de los personajes a los que suele reivindicar. La película, estructurada en base a testimonios de populares artistas Drag Queens de la escena limeña, quienes se revelan ante cámaras desde su propia intimidad para reconstruir el duro camino que han recorrido para ganarse un lugar en los escenarios y ser voceros de muchas otras personas de su condición, cumple las expectativas por visibilizar y exponer una verdad que aún es incómoda para muchos.
Fuera de ello, "Arde Lima", al igual que las obras que la preceden, alcanza rápidamente su techo al no profundizar en las posibilidades que ofrece el formato documental para encontrar caminos más innovadores a nivel narrativo, encerrándose en una lógica más afín al del reportaje televisivo y confiando más la validación de su propuesta desde el propósito de dar espacio a personajes relegados de la sociedad por su orientación sexual, aspecto que por sí solo es una afirmación temática de la película, más no la confirmación de su calidad cinematográfica.
Aspectos como el sumar a los testimonios al popular comediante y presentador televisivo Ernesto Pimentel junto a otros personajes menos o absolutamente desconocidos para el espectador, desbalancea la propuesta al introducir a una figura mediática cuya historia personal engancha rápidamente, pero crea un contraste que hace ver menos interesantes a las del resto de participantes. Además, Castro repite la rígida estructura ya usada en su anterior largo, "Salir del clóset" (2023), con el añadido de haber ampliado su repertorio visual basado mayormente en tomas con cámara en mano, esfuerzo que no llega a plasmarse en un imaginario evocativo ni mayormente sugerente, incluyendo un largo videoclip final con todos sus protagonistas que termina siendo una insinuación de lo que pudo ser y no fue.
Por supuesto, el valor de la obra como documento y el dar espacio a quienes buscan su propia reivindicación desde la performance Drag Queen, es un tema absolutamente válido y que merece abrir un sano debate para una sociedad como la nuestra que aún se manifiesta con un alto grado de conservadurismo, pero eso es un aspecto que ya se sale de la valoración cinematográfica, como es el caso presente.
Director Alberto Castro rodeado del elenco de "Arde Lima"
"HACHIKO 2" (China) de Ang Xu: No deja de ser sorprendente el como la primera versión de 1987 a cargo del japonés Seijiro Koyama ha dejado huella con una historia que se hace permeable a casi todas las sociedades en donde el vínculo amical entre hombres y perros está presente. Hollywood no quiso dejar la oportunidad de sacarle provecho a esta veta y en 2009 presentó una adaptación a cargo del oficioso sueco Lasse Hallström y con Richard Gere como el dueño del simpático perrito, pero obedeciendo a una narrativa más acorde con los telefilmes promedios de la industria norteamericana. Demás está citar el éxito que ha tenido la variante local de "Vaguito", cuyos productores ya dimensionan una secuela a partir de un ejercicio sumamente básico y elemental.
Versiones de "Hachiko" de 1987, 2009 y la última de 2023.
Si bien suena ocioso el adaptar una historia que ya tiene pauteado su propio y tan marcado derrotero, la versión china no se ha conformado con únicamente cambiar el escenario del Japón de entreguerras de 1923 a 1935 al de la China continental contemporánea, en la que palabra "comunismo" suena a un rasgo más relegado a los tiempos de Mao Tsé-Tung y a la vista de un tradicionalismo que convive junto a una asombrosa modernidad. En ese esfuerzo, el director Ang Xu, más afín a los dramas criminales que definen su filmografía, ha tenido el cuidado de hacer el traslape explotando diversos aspectos de su propia cultura con la exploración de los matices de la culinaria local desde los sabores de casa a la variedad callejera, así como los rituales de juegos de mesa como el Mahjong. Es en esos elementos en los que se instala el andamiaje de la historia y desde donde vamos conociendo al círculo familiar que luego se manifiesta en sus múltiples variantes.
A la vista de una versión que no se hace complaciente ni conformista, la trama sobre el maduro profesor Chen (Xiaogang Feng), de alguna manera relegado y sometido en un hogar con hijos de espíritu independiente y una esposa que suele dictar las reglas de la convivencia, su encuentro con un cachorro de raza akita lo hace redescubrir la chispa de la vida y a rebelarse por defender ese vínculo que lo reencuentra con un mundo perdido en sentimientos y sensaciones. Si la parte japonesa partía de un universo costumbrista y cálido en el que el profesor Shujiro (Tatsuya Nakadai) tenía más diferencias que acercamientos con Hachiko, en China esa figura ha mutado por la de un hombre mayor que llega a Batong (nombre en chino de Hachiko) de manera orgánica, casi como un clamor que su triste condición exige.
Es en esa minuciosidad por sacar a flote el contexto local y en la riqueza y matices de sus personajes (claramente diferenciados) que la trama se hace cómplice del público. La creciente relación entre Chen y Batong no se agota en la medida que ellos no canibalizan el escenario sino que se integran a uno ya enriquecido, de modo que rutinas como la del perrito acompañando a su amo hasta que embarca diariamente en el funicular rumbo al trabajo, se hacen más entrañables. Por supuesto, en ambas versiones el trágico final también reviste algunas diferencias de estilo, lo que hace que esta nueva adaptación, si bien no es una película de una complejidad pasmosa ni mucho menos, si acierta en ser una fórmula de entretenimiento familiar por encima del promedio de la cartelera (y a años luz de "Vaguito").
"INMACULADA" ("Immaculate") (EEUU/Italia) de Michael Mohan: El terror proveniente de conventos de monjas tiene un largo historial en el cine, aunque la mayoría de esos ejemplos no son demasiado felices. En el caso de esta película, producida por su propia protagonista, Sydney Sweeney, la nueva niña mimada de Hollywood y con una nutrida carrera en la tv con el exitoso corolario del drama "Euphoria", esta incursión en el género parece obedecer más a la necesidad de mostrar su versatilidad en escenarios radicales como este, aunque eso no sea algo necesariamente afortunado.
La trama, ambientada en un convento de la campiña italiana a la que se une la novicia Cecilia Jones tras la clausura de su orden en un pueblito de EEUU, tiene todos los componentes de las historias más manidas alrededor de lugares sacrosantos asaltados por el horror: crímenes ocultos, detalles sangrientos, altos cargos clericales implicados en conspiraciones siniestras y hasta atisbos en un estilo de terror que se siente tributario de factorías clásicas como la Hammer al introducir la dimensión de científicos locos con experimentos chocantes.
Aunque todo lo detallado suena más a una comedia de terror que a una propuesta "seria", lo cierto es que mientras la joven religiosa va conociendo más su nuevo hogar, todo lo anotado irá surgiendo mientras ella se entera que está embarazada por obra y gracia divina (o eso le quieren hacer creer), siendo su futuro vástago la esperanza de religiosos que han elevado sus dogmas hasta el colmo de la radicalidad. Es en este punto que la promoción que indica que la historia se inspira en "El bebé de Rosemary" (1968) de Roman Polanski comienza a sonar risible mientras el espectador se adelanta al final en muchos escenarios absurdos.
Sydney Sweeney, convertida en víctima y heroína por igual y desplegando habilidades que la hacen ser incluso un verdugo despiadado, se siente como un valor de producción impuesto y que el director Michael Mohan, escasamente identificado con el género, no puede guiar sin subrayar esa condición de ser una estrella paseándose por un vehículo puesto a su servicio. Del resto del elenco que la acompañan, ni el español Álvaro Morte, sembrado por su popularidad en la serie "La casa de papel", ni los italianos Dora Romano y Giorgio Colangeli logran salir de una caracterización pétrea y unidimensional, salvándose damitas de la nueva generación como Simona Tabasco y Benedetta Porcaroli, más naturales y sugestivas que sus compañeros. En resumen, "Inmaculada" encarna una concepción de fórmula del terror clerical, confiando su intento por el éxito a la conjunción de una actriz de moda con un universo que en lugar de sugerir solo afirma su condición de ser gratuitamente truculento.
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