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[CRÍTICA: “Argentina, 1985” de Santiago Mitre]

Foto del escritor: Gonzalo "Sayo" HurtadoGonzalo "Sayo" Hurtado

Actualizado: 12 ene 2023

Los años del retorno a la democracia en la Argentina dan la excusa perfecta para representar un episodio memorable en la historia de ese país, cuando los responsables de la barbarie perpetrada por la dictadura militar fueron llevados a juicio. Presentada en la sección "Perlas" del Festival de San Sebastián, el resultado se aleja del espíritu disruptivo que caracteriza a este director.


La oportunidad de realizar una película de estas características no podría resultar más motivador, ya que el proyecto conjuga en sí mismo una historia emparentada con el cine judicial y político -del cual hay una larga lista de ejemplos en la cinematografía mundial-, alentado por un contexto como el de la Argentina desangrada por la dictadura. La idea también trae consigo un tema de verdad y memoria que siempre es oportuno tener presente en tiempos como los actuales, cuando actores políticos que fomentan la radicalidad con un discurso afín a los protagonistas de estos crímenes de lesa humanidad, surgen como los salvadores de un escenario abierto a un pragmatismo desmemoriado.


"Argentina 1985" desmenuza con cuidado el proceso judicial que llevó durante el retorno a la democracia con Raúl Alfonsín, a la camarilla encabezada por el dictador Jorge Videla a los tribunales de justicia en el fuero civil. Ante una trama cuyo resultado es por todos conocido y anticipa el final, la narración privilegia la figura del fiscal Julio Strassera (Ricardo Darín), cuya posición escéptica frente a la misión imposible que se le encomienda y con visos de naufragar frente a las presiones políticas y alegatos cínicos de la defensa de los imputados, muta en el proceso a una figura heroica al alcanzar un fallo histórico.

Ricardo Darín como el fiscal Julio Strassera y Peter Lanzani como su adjunto Luis Moreno Ocampo.


La concepción de la película es de un film abierto a todos los públicos, en el que los contrapuntos entre el protagonista y su joven equipo (especialmente, su adjunto interpretado por Peter Lanzani), brindan al respetable la oportunidad de medir el carácter de los intérpretes en función de sus diferencias y el cómo llegan a conciliar las mismas en pro del objetivo final. El otro elemento que llama la atención es el guiño a la platea a través del pequeño hijo de Strassera, quien desde temas domésticos ya es un eficiente espía de su padre y una suerte de conciencia latente frente a los hechos mayores, cobrando una importancia simbólica en el tramo final de la película al ser un elemento de humor que matiza la parte política de un relato que esquiva la sordidez y los detalles virulentos por un registro más blanco.


De dichas observaciones podemos inferir el por qué el director Santiago Mitre ha optado por despojar a esta obra de esa complejidad presente en títulos capitales de su filmografía como los entramados en la universidad pública de "El estudiante" (2011), o la vocación por la polémica de "Paulina" (2015). Tal vez a la luz de los resultados que obtuvo con la archi promocionada "La cordillera" (2017), cuya vocación por mostrar a nivel macro los problemas fundamentales de toda la región durante una cumbre latinoamericana -y cuyo componente político se diluyó en medio de un thriller confuso-, se haya decantado ahora por una historia que más allá de ser "correcta", acuse una solemnidad y lejanía con el verdadero horror de la represión militar y ser más una "película necesaria" y para todos los públicos, afán en el que ha comprometido incluso a su habitual coguionista, Mariano Llinás ("Historias extraordinarias", "La Flor"), uno de los cineastas menos concesivos del panorama actual rioplatense y que ahora opta por modos canónicos.


Si comparamos a "Argentina 1985" con ejemplos recientes como "The Trial of the Chicago 7" (2020) de Aaron Sorkin, no será difícil comprobar como la segunda reviste un nivel de lecturas múltiples y complejas a partir de un mismo problema: las revueltas estudiantiles a fines de los 60 en EEUU que culminaron en un proceso judicial, hecho que es seguido con una mirada escasamente conformista; mientras que su par argentina se acerca más a la figura de un "documento de memoria" que busca la rápida emotividad al poner en los momentos decisivos tonadas de Los abuelos de la nada y de Charly García que más de uno guarda en la memoria. No es un pecado el que Mitre haya optado por darle ese empaque a su película, pero si es evidente que desde los valores de producción que convoca y el rebote con una voz única desde la crítica argentina, este título ya es una suerte de orgullo nacional de cara al Oscar 2023 y cuenta con un consenso para ese cabildeo desde los medios locales, ya que su hechura mide convenientemente el impacto que podría tener en los gustos reivindicativos de la Academia de Hollywood frente a las políticas vergonzosas de más de una administración estadounidense en torno a Latinoamérica.

Ricardo Darín arriba al Festival de San Sebastián, donde "Argentina 1985" ganó el Premio del Público.

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