[CRÍTICA: “Furiosa” de George Miller”]
- Gonzalo "Sayo" Hurtado
- 23 may 2024
- 5 Min. de lectura
El universo post apocalíptico de “Mad Max” nos entrega un spin-off que sigue ahondando en el espectacular imaginario visual que define a la nueva saga. Aunque no llega a la altísima cota de la historia que precede: "Mad Max: Fury Road" (2014) , lo mostrado le basta para ponerse arriba entre los mejores estrenos comerciales de lo que va del año.

Desde la primera entrega de 1979, “Mad Max” se inscribió brutalmente en los consabidos plots de venganza tan comunes en el western como en los dramas urbanos, con la particularidad de crear un universo propio desde el enfrentamiento -fuera de la ley- entre el policía de carreteras Max Rockatansky (Mel Gibson) y una banda de motociclistas que agredieron brutalmente a su familia, ello con el mundo a punto de ir al quiebre total por una inminente guerra nuclear, lo que fue evidente con “Mad Max 2” (1981) –el mejor episodio de esta primera saga-, donde su carácter post apocalíptico dejó huella en el género y pasó a ser referencia, con menor fortuna, en el universo de los subproductos. El episodio que cerró este ciclo en 1985: “Más allá de la cúpula del trueno”, fue desigual al ponerse muy reflexivo y más escaso de acción, dándose una larga pausa de 29 años para que el “guerrero de la carretera” volviera a las andadas.

Tras el reinicio con "Mad Max: Fury Road" (2014), ahora con Tom Hardy en el papel principal, George Miller dejó el aliento a "Serie B" de la primera saga y optó por estilizar su puesta en escena con una planificación milimétrica de las coreografías de acción que dominaban la historia hasta conseguir una obra alabada tanto por el público como por la crítica. Tantas pasiones levantó el personaje de "Furiosa" (Charlize Theron), contraparte del aguerrido Max, que en lugar de pensarse de inmediato en una siguiente entrega, el director comenzó a planear una precuela para ir a las raíces de esta explosiva fémina. Como ya es sabido, estos rodajes son más demandantes de lo común debido a las exigencias de Miller en el set. Ante la realidad de encontrar el tiempo y los recursos para afrontar un rodaje de 8 meses, una larga pausa se dio antes de materializar semejante proyecto.
RETRATO DE UNA MUJER EN LLAMAS
"Furiosa" resume el espíritu más crudo, desbocado y perverso del universo de Miller alrededor de las cenizas de la sociedad. La historia de esta heroína (más del lado de lo "anti"), desde su niñez en una comunidad prósperamente autogestionada, pero que es arrancada de los suyos por las huestes de Dementus (Chris Hemsworth), quien a su vez termina entregándola a su cruel adversario Inmortan Joe (Lachy Hulme) para que a futuro sea una nueva concubina suya, incide y profundiza en la condición salvaje de un mundo deshumanizado y en guerra permanente por el agua y el combustible.

Lo más atrayente de esta precuela es la estética alrededor de la violencia, que no es una celebración de ella ni mucho menos, sino la manera como el director afirma a sus personajes desde la pulsión de supervivencia y alcanzando niveles que llegan al "gore" por momentos. Bajo esa premisa, Furiosa huye del harén al que estaba destinada, se corta el cabello y se mimetiza como un "mecánico" hasta ganarse un lugar como asistente de lujo en los arriesgados viajes de los convoyes que salen de la Ciudadela que domina Inmortan Joe para hacer trueque con otros clanes (Alyla Browne la interpreta de niña y Anya Taylor-Joy en su adultez), pero sin abandonar la idea de volver al hogar perdido mientras se alecciona en el arte de sobrevivir a punta de balazos y cuchilladas. En "Furiosa", la fusión del road movie y el western nos deja un híbrido que es un homenaje a los géneros (y los subgéneros), cuya narrativa se toma su tiempo para mostrarnos con calma el proceso de maduración de su protagonista amparada en 2 horas y 28 minutos de duración en el que el traslape de niña a mujer es casi imperceptible.

Miller solo apela al diálogo puntualmente y vuelca toda su atención en coreografiar los combates, yendo una y otra vez sobre una materia prima como son los ejercicios de persecución que tan bien le funcionaron en el episodio de 1981, dejando atrás los rudimentos del bajo presupuesto y potenciando la acción y los puntos de vista de aquellos momentos hasta alcanzar un éxtasis visual en el que no escatima recursos de producción. Ojo, aquí ese alarde visual se distancia por completo del entretenimiento banal que caracteriza a muchos ejemplos de la industria, consiguiendo momentos notables que son el fruto de la semilla que plantaron maestros como Sam Peckinpah con "La pandilla salvaje" (1969). Dentro de esa tónica, Taylor-Joy se adapta con comodidad y consigue llegar a la dimensión de un personaje vengativo y sangriento más allá de su aparente fragilidad física, teniendo a su lado a la sombra del mismo Max, referenciado en la figura del "Pretoriano" Jack (Tom Burke), su mentor.

MALOS Y MALOSOS
Los primeros filmes de la saga transcurrieron en una indefinición del universo violento a su alrededor, pasando de lo crudo y visceral a ser luego matizado con humor negro y terminando por sucumbir ante algunos arrebatos poéticos. En esta oportunidad, Miller ha dejado de lado esos dilemas y se ha guardado muy poco al permitir que sus parias manifiesten su deseo de supervivencia con un impulso irrefrenable. En ese afán, villanos como Inmortant Joe alcanzan una dimensión en la que su propia maldad es dominada por su espíritu de estrategia, siendo rodeado por un séquito que entre el servilismo y la fuerza bruta, se convierten en un rasgo que define esos tiempos. Pero tanto misterio y sugerencia no lo ofrece el Dementus de Chris Hemsworth, que a pesar de la retórica que le otorga el guión, solo cumple con funcionalidad el encargo de ser un malvado con actitudes de niño engreído (Seamos sinceros: jamás ha sido un gran actor).

Lo otro que podría cuestionarle a este ejercicio de persecución permanente y sin respiro, es el tramo final, en el que el espíritu de la protagonista pasa por su prueba de fuego para afirmarse más allá de su salvaje terruño. Ahí, Miller divaga y vuelve a caer en la tentación por una salida metafórica que desdibuja tanto esfuerzo (algo que también ocurrió con su tercer episodio de 1985), cuando pudo haber cerrado la historia bajo la lógica compleja de combates y enfrentamientos de tan calculado efecto que no se repiten ni se agotan a lo largo de todo el metraje. Fuera de ello, lo mostrado en "Furiosa" es suficientemente contundente para esperar con entusiasmo el siguiente proyecto que ya se baraja: una posible precuela del mismo "Mad Max".

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