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[CRÍTICA: “Sube a mi nube” de Sergio Barrio]

Foto del escritor: Gonzalo "Sayo" HurtadoGonzalo "Sayo" Hurtado

Actualizado: 21 sept 2024

Si bien había mucha expectativa por el estreno de una producción que recrea momentos de los 90, tan idílicos como trágicos, el resultado se muestra desigual tanto por el retrato de época que pretende evocar como por el conflicto principal en torno al suicidio de una popular conductora televisiva que tiene más el empaque de una serie nacional promedio.


Desde el lanzamiento del tráiler muchas preguntas quedaban en el aire ante el anuncio de una película que pretendía acercarse al universo de Nubeluz, aquel programa infantil que nació en 1990 y que –inesperadamente- trascendió al medio peruano para convertirse en un referente en todo el continente. Y es que el imaginario alrededor de aquel show es tanto, que su merchandising resucita con éxito cada vez que se realiza un evento conmemorativo. Por ello, era razonable preguntarse si la película pretendía hacer eco de esa historia o si se iba a centrar en su momento más oscuro a propósito de la muerte de Mónica Santa María el 13 de marzo de 1994, especulándose si el morbo por aquel infausto episodio sería el punto central.


GRÁNTICO, PÁLMANI, ZUM…

 

A pesar que la historia parte con la creación del programa Sube a mi nube, como ya apunté más arriba, el hecho está opacado por la figura de la joven modelo Mónica (la alusión a los apellidos de los personajes está omitido, así como la marca Nubeluz), a quien vemos convertirse en una conductora cuya popularidad sube como la espuma, mientras su entorno (sentimental, sobre todo) se ve afectado por su carrera, delatando problemas emocionales en ella que se irán agravando hasta llevarla a una fatal decisión que todos ya conocemos.


Vista con simpleza, la trama no presenta mayores matices y sorpresas de los que se lee en el resumen. El principal problema deriva de un guión bastante esquemático en el que la mayoría de personajes cumplen un rol como satélites alrededor de la protagónica, pero sin desarrollar algún rasgo en particular que los haga elevarse o trascender en una historia que se percibe encajonada en interiores en departamentos o en estudios, sin que lleguemos a comprobar por nosotros mismos el suceso de Sube a mi nube en el público. De ese modo, lo que debería manifestarse visualmente queda solo en boca de los personajes, sin que lleguemos a palpar siquiera la euforia de los niños por sus adoradas conductoras. Del ambiente televisivo solo tenemos unos breves momentos de tensión al recrear situaciones que se resuelven desde la dirección de cámaras del switcher, pero nada más.


SOBRE LOS PERSONAJES

 

La caracterización a cargo de Silvana Cañote se acerca al perfil de una muchacha depresiva y afectada emocionalmente en muchos aspectos, consiguiendo en momentos puntuales gestos y conductas que la acercan a ese objetivo. Las objeciones, más que a su desempeño, vienen más bien a la concepción de Mónica establecida desde el guión. Es notoria la intención del director Sergio Barrio de alejarse del sentido estricto del biopic para optar por ficcionar aspectos de la vida de la desaparecida con tintes telenovelescos (la presencia del entorno familiar que se muestra solo de manera sugerida), recalcando durante la conferencia de prensa que no se trata de la versión final de los hechos reales para tomarse libertades como sugerir que la alterada chica era víctima de una familia angurrienta por los dineros que pudiera generar, sin que ello sea una afirmación tácita de que fuera cierto.


El derrotero de Mónica, en el que su popularidad y éxito la absorben como si de una droga se tratara, no llega a reflejar en toda su medida al monstruo televisivo que la consume y que se pretende representar. Conforme el personaje se sumerge en sus crisis personales y se ahondan sus problemas con su novio Tino (el pétreo Andrés Wiese), la pretendida intención de hacer de la película un llamado de atención para ayudar a potenciales suicidas se diluye y queda tan solo como una excusa para darle algún valor a la historia más allá de sus propias limitaciones, lo que hace que en lugar de percibir que estamos cerca de la psiquis de la verdadera Mónica Santa María, solo estamos asistiendo a una representación ajena que podría encajar perfectamente en cualquier teleserie promedio de la tv nacional (ello es más palpable a partir de una puesta en escena en la que el lenguaje cinematográfico está prácticamente ausente).


¿DE VUELTA A LOS 90?

 

Otro aspecto que acusa falencias lo es la ambientación de los 90. Si bien las vestimentas reflejan el colorido y la moda de esa década, en el ambiente no se respira alusión alguna a aspectos que van más allá de los vestuarios, siendo harto conocido que el contexto socioeconómico de esos años estaba omnipresente en el día a día de todo peruano. Con esto no pretendo sugerir que la película se adhiera a una línea de desarrollo que le es ajena, tan solo subrayo lo importante que es que la atmósfera se sienta viva y que las alusiones a coyunturas particulares se reflejen en la conducta de los personajes, ya sea con impacto o indiferencia. Visto así, la representación se queda solo en lo cosmético.


La sensación final es que Sube a mi nube no se acerca ni a una crítica feroz contra los medios (que es uno de los posibles detonantes de la muerte de Mónica en la ficción), ni llega muy lejos tomándose muchas libertades en la historia (Marcelo, la pareja de Almendra Gomelsky en aquel entonces, cambia de nacionalidad de español a argentino, esbozando características de megalómano y hasta villano, para luego desaparecer tristemente). Es más, la tibieza de la mirada de Sergio Barrio termina llevando todo al terreno de una ficción sosa y escasamente evocativa de todo aquel universo, siendo evidente que su pretensión comercial es la de aspirar a ser un producto taquillero sin llegar a desplegar recursos a la altura de lo que fue una producción ambiciosa y nada austera (el estudio del programa no llega a la espectacularidad del escenario real, sumado a ello que solo se presentan 3 temas originales de Jorge "Coco" Tafur). Incluso, los momentos íntimos entre Mónica y Tino son rodados con tanto recato, que hasta varios episodios de La Rosa de Guadalupe le ganan en osadía. Será para la próxima…


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