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[ENTREVISTA: Laura Mora, directora de “Los Reyes del Mundo”, ganadora del Festival de San Sebastián]

Foto del escritor: Gonzalo "Sayo" HurtadoGonzalo "Sayo" Hurtado

Actualizado: 20 ene 2023

La edición 70 del festival de cine más importante de España tuvo la particularidad de ser ganado por primera vez por una producción colombiana, un privilegio que Latinoamérica solo ha alcanzado en 9 oportunidades. Sencilla y amable, la directora Laura Mora conversó con nosotros durante la cita en Donostia sobre esta película que ya es un éxito en Netflix.


Conocí a Laura Mora en la edición 2018 del Festival de Cartagena de Indias, cuando su ficción Matar a Jesús se llevó el Premio de Público. La historia, enraizada a la violencia cotidiana que sacude a su natal Medellín, ha sido una constante en su cine. En aquella oportunidad su universo fue más pequeño al concentrarse en el caso de una joven cuyo padre es asesinado por un sicario y decide acercarse íntimamente al sujeto para vengarse. La apuesta, que también le valió ganar a Mejor Película Iberoamericana en el Festival de Guadalajara, una mención en la sección Nuevos Directores en San Sebastián, reconocimientos en Palm Springs y los Premios Fénix del Cine Iberomericano y ser la ganadora absoluta de los Premios Macondo de Colombia, fue tan solo el anuncio de lo que se venía.


Los reyes del mundo es un enfoque macro hacía problemas estructurales sobre la violencia en su país como el desplazamiento de comunidades, el tráfico de tierras, la minería ilegal y la delincuencia urbana. A través del viaje de 5 jóvenes marginales que abandonan la ciudad cansados de la falta de oportunidades y de solo encontrar rechazo e incomprensión, somos testigos de una búsqueda de la "tierra prometida" cuando uno de ellos tiene la documentación necesaria para reclamar unos terrenos de su difunta abuela en la sierra de Antioquia. El camino del grupo se verá plagado de violencia y frustración, pero también de momentos mágicos al encontrar calor humano al lado de unas maduras prostitutas o al ser acogidos por un anciano campesino que evoca más a un patriarca bíblico, además de la imagen surreal y recurrente de un caballo blanco que es una sublimación de sus deseos más profundos. Durante la semana en San Sebastián 2022, tuve oportunidad de conversar con la directora Laura Mora, quien reincide en su método de trabajo con actores no profesionales, siendo esta vez un grupo de chicos que practican Gravity Bike en los barrios bajos de Medellín.


SAYO HURTADO: No deja de llamar la atención el que una historia sobre jóvenes delincuentes sea retratada por una directora mujer….


LAURA MORA: Como mujer, a mí me interesa mucho el mundo de los hombres y la masculinidad, particularmente el cómo estos chicos se relacionan. Algunas personas me hicieron la observación acerca de por qué no aparecen mujeres en la película como protagonistas, “pero estoy yo”, les decía, porque esos personajes están habitando en mi mirada. En Colombia, la mayoría de muertos por violencia han sido hombres jóvenes porque es la población que más ha sido arrasada por años. Claro, las mujeres también desempeñan un papel particular porque somos un país de viudas y de mujeres a las que les han matado al padre o al marido, Y, por otro lado, siento que la violencia es un gran patrimonio y herencia de la masculinidad, entonces, me interesan esas relaciones y como afectan las historias más íntimas y luego las más colectivas.


Quizás veo todo así porque crecí en un universo profundamente masculino, en una familia con no tantas mujeres y sí muchos hombres. Estudié en un colegio laico y mixto, algo muy particular en el Medellín en el que crecí en los 80 y 90, porque éramos 6 mujeres en el salón versus 20 hombres. Entonces, he crecido muy rodeada de hombres: me interesa como los miro, lo que generan y sus relaciones, como se tratan físicamente y como intrigan entre ellos. En esta película en la que hablo del regreso a una tierra, me interesaba como estos chicos atraviesan el país y se convierten en un target de la violencia, además de consolidarse como una familia y cómo funcionan a pesar de la ausencia de una mujer.


SH: ¿Piensas que los personajes femeninos tienen otras batallas que librar?


LM: Siempre pensé que, de haber un personaje femenino principal, hubiera alterado todas las relaciones entre ellos. Naturalmente, con la mujer también se impone una conquista del cuerpo y éste se convierte en un territorio de lucha. En este caso me interesaba más centrarme en los chicos, que son herederos de esta violencia y ver cómo se comportan entre sí, y como los otros hombres los tratan a ellos y como los cuerpos de ellos se disponen como cuerpos de batalla de una manera muy distinta a los de las mujeres. Luego fui muy clara en que iba a haber un universo femenino al que ellos llegaban que es la casa de citas de estas mujeres que, para mí, simboliza a Colombia.

Directora Laura Mora durante conferencia de prensa en el Festival de San Sebastián 2022. Foto: Sayo Hurtado


Seguramente eso no es muy evidente para el público extranjero, pero ese lugar está lleno de símbolos patrios, de una bandera que está medianamente desgarrada y está el escudo de Colombia. Estas mujeres han sido aporreadas por el tiempo, pero no dejan de ser amorosas y cálidas. Hay un detalle, cuando el más chico del grupo se acerca a ver unas fotos de soldados y descubre que ellas son madres que han dado fusiles a las guerras. Yo tenía muy claro que cuando ellos llegaran a ese universo femenino iba a ser un encuentro con la “Matria”, que es un universo que es una sublimación que ellos buscan y del que no pueden ser expulsados. Colombia es una nación “aporreada” donde a las mujeres nos han dejado con vida y nosotras hemos tenido que mantener a la herencia de la guerra.


SH: ¿Cuál es para ti el significado de la tierra?


LM: La tierra lo es todo porque es también el punto neurálgico del conflicto, porque si nos ponemos a pensar donde empieza y acaba pues tiene que ver con la tenencia de las tierras. Hace un rato le contaba a una periodista que hace unos días han empezado a rotar unas imágenes muy fuertes de unos hombres que han empezado a armarse. Como el nuevo gobierno quiere implementar los acuerdos de paz y el tema de las tierras es un punto que ha cobrado mucha resistencia, han empezado a aparecer ejércitos de civiles y la gente se está armando. Somos expertos en empezar una nueva guerra así de fácil. Lo que ves son hombres jóvenes rearmándose y, por lo general, están defendiendo los territorios de otros intereses. La tierra en Colombia es la columna vertebral del conflicto, es el dolor. Cuando la gente llega a la ciudad, todos tienen una herencia campesina y cargan algo de la tierra en la sangre.


SH: Cuando uno ve Los reyes del mundo no deja de pensar en road movies como Easy Rider, que a pesar de sus muchas diferencias es una manera de redescubrir un país, incluso al costo de morir….


LM: Es que en ambas películas se trata de marginados. Yo encuentro mucha belleza en aquellos personajes que la historia intenta dejar por fuera. Son lo que más me interesan y con los que me puedo relacionar. Al momento de escribir el guion yo me acordaba mucho de una película tan ochentera como Los Goonies. Y es que nosotros crecimos viendo ese cine de un mundo hegemónico norteamericano y con unos chicos muy blancos que van en busca de un tesoro. Yo quería contra preguntar a eso: que pasa si es que unos chicos van por un tesoro que no es una caja de oro, sino que es la tierra y el buscar un lugar en el mundo. Yo quería romper esa estructura al demostrar que ellos van a atravesar la realidad y el delirio de una manera mucho más libre, porque hay que ser desobedientes ante ciertas formas narrativas que se nos han impuesto. También me inspiró leer a Henry David Thoreau y su ensayo sobre la desobediencia civil de 1849.


SH: Los paisajes del campo son como la cara opuesta de personajes destruidos emocionalmente….


LM: Durante el montaje, yo sentía la necesidad que el espectador sienta lo duro y agobiante del viaje a través de paisajes que también son protagonistas. Esos paisajes colombianos son espacios que de alguna manera ya incorporan cierta violencia. El trópico es muy agresivo y ese territorio donde rodamos y -que yo he atravesado tantas veces en mi vida- es tan extenso y natural y el hombre vino a imponerle su violencia a una violencia que vista a la distancia es sublime y poética. Por eso, ese viaje a la tierra prometida también es un descenso al infierno.


SH: ¿Te gustaría que tu película instale un debate en torno a lo social en Colombia?


LM: Me gustaría que el espectador pudiera reflexionar en torno a la tierra y el sistema de justicia. Toda mi pequeña obra, desde mis cortometrajes, tiene por detrás esa idea. Estos chicos, a pesar de que crecen tan por fuera del sistema, tienen un papel que los dignifica y les otorga un mandato más allá de su irreverencia. Frente a ello, hacen un acto de fe por la justicia colombiana y ese es un tema fundamental porque es algo que le ha fallado a muchas personas.


SH: Hay momentos climáticos de la película en la que aparece la canción Tren al sur de la banda chilena “Los Prisioneros”. Me parecía curioso el por qué no tomaste un referente de tu propio país al ser una historia tan arraigada a lo colombiano…


LM: Cuando tuve lista la primera versión del guion, tenía esa canción en la cabeza. Luego, cuando en 2019 hubo el estallido social en Chile y el tema El baile de los que sobran se convirtió en un himno, eso me llevó a recordar que Tren al sur es una canción que yo siempre he amado. Cuando se las hice escuchar a mis actores, ellos me decían: “Eso le gustaba mucho a mi Mamá”. Luego escucharon la letra atentamente hasta que se enamoraron de ella. Se trata de un tema que me ha acompañado siempre cuando escribo y ya no importa que no sea colombiano: es algo latinoamericano y que ha terminado siendo el espíritu mismo de la película y coincidiendo con un tiempo en el que han regresado las revueltas. Yo sentía que debía estar en la película y como una nunca sabe si va a volver a hacer una, pues fui a buscar los derechos de la canción y no fue nada fácil.


SH: En teoría, tus personajes son violentos, pero también disfrutan encontrando la paz y la reflexión…


LM: Para mí, la película es ante todo una celebración de la vida a pesar de las penurias. Yo siempre la he acompañado con una frase: “Celebrar la vida y condenar el mundo”. Tú ves a esos chicos que están llenos de vida y la vida es hermosa. Verlos correr en el campo detrás de las vacas, encontrarse con gente que los cobija y les da desayuno. En esa contradicción habito y me gusta volcarla en el cine. A mí me encanta la vida, pero este es un mundo de mierda y debemos mejorarlo.


SH: ¿Hay algún aspecto sobre la violencia en Colombia que crees que no ha sido abordado en el cine?


LM: Creo que todavía hay mucho por mirar porque a partir de muchas verdades que se van a saber con el informe de la Comisión de la Verdad, nos vamos a enfrentar a una narrativa muy dura. Yo siento que hay que interpelar mucho a las clases altas. Una vez le oí decir a la directora Lucrecia Martel que “espera ansiosamente ver una película “villera” hablando sobre la clase media argentina para saber cómo nos ven”. Eso me parecería increíble y espero que se interpele duramente a través del cine a nuestras oligarquías, que han sido responsables de tantas injusticias.

Actor Davison Flórez y directora Laura Mora en conferencia de prensa en el Festival de San Sebastián 2022. Foto: Sayo Hurtado


SH: ¿Cuáles son tus expectativas frente al estreno comercial en Colombia?


LM: Presentar tu segunda película es muy raro porque mucha gente espera una especie de extensión de la primera. Si lo que esperan es un Matar a Jesús 2, pues se van a decepcionar. Esto es muy distinto porque en casi 5 años muchas cosas han pasado y nuevas preguntas han surgido y me interesa que mi cine se vaya ampliando. Si hay expectativa, pero en Colombia el público no va a ver mucho cine local a pesar de que el cine de autor ha ido mejorando porque sigue siendo algo de nicho.


SH: ¿Cómo ha sido el proceso de trabajar nuevamente con actores no profesionales?


LM: Si bien ellos no tenían necesariamente que haber vivido este drama sobre la tierra, yo tenía muy bien descrito el espíritu de cada uno de sus personajes y lo que representaban: Ra (Carlos Andrés Castañeda), el líder, es la justicia; Davy (Davison Flórez) es el místico; Winny (Cristian Campaña), el más pequeño, es la revolución; Culebro (Cristian David Duque), que es como el antagónico, es la rabia; Nano (Brahian Acevedo), el chico afro, es la dignidad. Yo sentía que ellos podían hacerlo bien porque tenían las sensaciones, aunque al inicio no entendían bien el sentido de la historia. Por ejemplo, cuando hicimos la escena de la pelea entre Culebro y Ra -que son 2 hermanos, pero no de sangre-, fue un poco como la historia de los conflictos en Colombia. Cuando se dieron cuenta que Culebro moría, me hicieron huelga porque no querían que eso pasara. Hubo drama y llanto antes de poder convencerlos.

Carlos Andrés Castañeda, protagonista de "Los reyes del mundo", posando con el autor de la nota durante el Festival de San Sebastián.


SH: ¿Cuánto les ha cambiado la vida a estos chicos el actuar en la película?


LM: Es una pregunta muy dura porque la realidad es tan pesada y el cine no llega hasta ella y no la cambia. Los chicos regresan ahora a su barrio y a vivir en unas condiciones complicadas. Lo que sí ha ocurrido es un cambio en sus miradas y con ello hay una esperanza de que se inspiren y sepan que hay otras maneras de habitar el mundo y de relacionarse. Yo fui muy clara con ellos al decirles que la película no iba a cambiar la realidad, pero yo si les ofrezco mi amistad y eso lo garantizo. Ellos han hecho un pacto de nunca más dormir en la calle y siempre ir a sus casas. Si tienen algún problema, hablan conmigo y se quedan en mi casa una noche, pero siempre con mutuo respeto. Eso es lo que les ofrezco: una amistad imperturbable. Para mí era muy importante que ellos vinieran al festival, pero más que por el reconocimiento y la fama, era bueno que ellos tuvieran una gran anécdota para recordar.

Producción y elenco de "Los reyes del mundo" junto a directora Laura Mora tras recibir la Concha de Oro a Mejor Película en el Festival de San Sebastián. Foto: Sayo Hurtado

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