[FESTIVAL DE CINE DE LIMA 2024: LA COMPETENCIA PERUANA DE FICCIÓN]
- Gonzalo "Sayo" Hurtado
- 7 ago 2024
- 5 Min. de lectura
“Raíz”, “Kinra” y “Reinas” son las representantes nacionales en esta sección. Aquí nuestro balance y las posibilidades de cada una de ellas en esta edición 28 de la cita limeña.

“RAÍZ” de Franco García Becerra: Con una urgente necesidad por hacer de su cine un puente para reencontrarse con sus raíces cusqueñas, este director canalizó dichos sentimientos en su ópera prima, “Vientos del sur” (2018), donde era evidente su intención de retratar la búsqueda del equilibrio emocional de una joven al revalorar su herencia ancestral a través de una olvidada hacienda familiar. Pero si bien esta producción se sumergía en un universo más anclado al intimismo y la nostalgia, en su siguiente largo, García se ha decantado por un modelo en el que la percepción de la realidad pasa por los ojos de un niño campesino, que entre su pasión por la selección nacional de fútbol y el arreo de sus alpacas, comienza a descubrir la dureza de la vida en su comunidad, amenazada por la contaminación de una transnacional minera que vería con mejores ojos que los campesinos abandonen el lugar.
Con una fotografía de registro preciosista que remarca un mundo idealmente idílico, pero susceptible de subvertirse por una idea salvajemente pragmática de desarrollo, la historia sucumbe al intentar hilar líneas narrativas que no confluyen. Por un lado, el mundo lúdico de Feliciano (Alberth Merma) se siente impuesto y forzado desde una adoración exacerbada por ver a Perú nuevamente en un mundial y que suena más a la lógica de una campaña publicitaria que a una necesidad dramática a explotar (momentos capitales como el viaje a un pueblo cercano para ver un partido decisivo, se sienten particularmente desganados).

Confrontada esa dimensión con la realidad pura del abuso y la lucha contra los poderosos, además de abrir espacio a seres de la mitología andina que operan como una suerte de fuerza justiciera, la sensación final es de muchos elementos que no llegan a concatenarse unos con otros. “Raíz” aspira a conmover a la audiencia con un aliento similar al de “Willaq Pirqa” (2022), pero embarcándose en muchos caminos que se enredan en lugar de confluir en una narrativa cohesionada.

“KINRA” de Marco Panatonic: Ganadora de la Competencia Internacional en la última edición del Festival de Mar del Plata, la expectativa generada por esta película ha sido positivamente confirmada al ser una muestra de la solidez del cine hecho en el interior de nuestro país, lo que resulta auspicioso en momentos en que, la intolerancia de los sectores más conservadores de la política, pretenden terminar con los beneficios de la actual ley de cine. La historia empieza con la partida del joven campesino Atoqcha de su terruño para dirigirse a la ciudad del Cuzco y empezar una carrera universitaria de ingeniería. Lejos de orientar la narración a un episodio de “superación personal” o un enfoque altruista, Panatonic se decanta más bien por hacer de este recorrido una lección de vida en la que el muchacho pasará a descubrir con otra mirada la realidad que le rodea y a cuestionarse acerca del significado de ser profesional y cumplir un rol como un elemento “productivo” para la sociedad que se contradice con sus raíces y su herencia ancestral.
El otro detalle que no deja de llamar la atención lo es la minuciosidad de la puesta en escena al apelar continuamente al uso de encuadres fijos bajo la lógica del movimiento interno de la toma. Por momentos, los protagonistas desaparecen y dejan a la vista del espectador una fotografía que desde detalles sutiles como la confluencia de estilos arquitectónicos, frases pintadas en paredes y logos varios, interiorizan el conflicto interno de Atoqcha para evitar la verbalización del mismo. De aquel conjunto de fotografías, se desprende gran parte del contexto socioeconómico que es el soporte y el evidente derrotero que el muchacho ha de tomar para desconcierto de algunos, pero que no es son la expresión de una afirmación que –errada o no- reivindica a su propia cultura.

Por supuesto, la narración está salpicada de un humor negro tan sutil como naturalista. Los personajes se expresan desde la frescura de diálogos nada complejos, pero que son una expresión fidedigna de códigos populares que le permiten fluir con la espontaneidad de un retrato neorrealista. El debut de Panatonic es absolutamente auspicioso y se suma a esa camada de realizadores como Tito Catacora, Henry Vallejo, Óscar Gonzáles Apaza, César Galindo y muchos otros que están haciendo del cine en regiones una veta original y con vida propia lejos del exotismo y la mirada oportunista hacia la sierra peruana. Está entre los mejores títulos de la Competencia de Ficción de esta edición.

"REINAS" de Klaudia Reynicke-Candeloro: Estrenada este año en la Berlinale - Berlin International Film Festival, donde obtuvo el Gran Premio de la sección Generación, esta directora peruana, y radicada hace años en Suiza, vuelve a sus raíces con su tercer largometraje (el primero que rueda en nuestro país). Abocada al universo juvenil a lo largo de toda su filmografía, ella consigue un fidedigno retrato de la Lima ochentera al mostrarnos a una familia dividida y agotada por un país en crisis y en guerra con el terrorismo. Cuando Elena (Jimena Lindo) y sus hijas Aurora (Luana Vega) y Lucía (Abril Gjurinovic), de 10 y 14 años, respectivamente, están a pocas semanas de viajar a EEUU para empezar una nueva vida, Carlos (Gonzalo Molina), el padre ausente, hace su aparición con el afán de recuperar el tiempo perdido con ambas muchachas, quienes no lo ven en absoluto como una figura paterna.
La historia, escrita junto al cineasta Daniel Vega, consigue un excelente balance para exponer un drama urbano desde un país como el Perú que es más apreciado en los grandes festivales desde el universo andino más que por las inquietudes de la clase media limeña. El resultado, sobrio y sugerente, tiene sus claves en el buen perfil de personajes que desarrollan sus protagonistas, siendo Molina un mediocre entrañable que se refugia en la mentira y el delirio para alcanzar la admiración que el mundo real le niega, además de resaltar los conflictos adolescentes de sus hijas en la ficción, las "Reinas" que viven una honda incertidumbre por encontrar su lugar en un mundo que apenas empiezan a explorar.

Resulta muy destacable la representación de una Lima sumida en la incertidumbre de la lucha contra el terrorismo, siendo este aspecto una suerte de espectro que se encuentra en las sombras, pero listo a aparecer en cualquier momento para dar cuenta del sentimiento de inseguridad latente entre la población, algo que no deja de lado el accionar abusivo de las fuerzas del orden. Ambas caras del mismo problema son sugeridos como aspectos que lejos del horror de lo acontecido en la sierra peruana, también impactan fuertemente desde lo psicológico a los clasemedieros, siendo aquellos momentos suficientemente puntuales y detallistas como para contagiar esa sensación de desprotección frente a lo siniestro. Lo que "Viaje a Tombuctu" de Rossana Díaz y "Alemania Oriental" de Alonso Izaguirre no pudieron evocar del imaginario ochentero ni por acumulación o desgano, aquí resalta con gran sencillez y naturalidad.

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