La jornada inaugural se dio con la española "Modelo 77", drama carcelario de gran impacto en la Competencia Oficial (aunque fuera de concurso) y 4 títulos de la sección Perlas que comentamos a continuación.
SECCIÓN OFICIAL:
-"MODELO 77" (España) de Alberto Rodríguez: Director identificado con el thriller y el suspenso desde títulos como "La isla mínima" (2014) y "El hombre de las mil caras" (2016), él esta vez ingresa a la sordidez de los presidios con esta producción basada en hechos reales ocurridos desde mediados de los 70, cuando tras la muerte del dictador Francisco Franco, España se encontraba en plena transición a la democracia, aunque las prisiones no fueran el reflejo de tales procesos. La historia, que sigue el ingreso a prisión de Miguel (Miguel Herrán) por un desfalco de poca monta y que por extrañas circunstancias lo enfrentan a una posible condena de 20 años, marcará el fin de la inocencia del protagonista y de su ingenua visión sobre la legalidad y la institucionalidad del estado.
Grabada en gran parte con cámara en mano para transmitir la tensión e incertidumbre derivada del encierro, se trata de una crónica descarnada que a pesar de tener como gran referente a la francesa "Le Trou" (1960) de Jacques Becker, también abre su espectro a películas como "El expreso de medianoche" (1978) de Alan Parker y a muchos subproductos del género carcelario (la música de Julio de la Rosa exacerba mucho ese aspecto). Eso sí. Aunque Miguel Herrán compone un personaje que dentro de su aspecto taimado y temeroso va creciendo en intensidad (aunque explotando solo en momentos puntuales), es Javier Gutiérrez como su compañero de celda quien le aporta más densidad a la atmósfera, acaso por llegar a registros sórdidos solo desde la mera sugerencia.
Es de destacar que el guion del propio Rodríguez escrito al alimón con Rafael Cobos pasa por todos los estadios posibles durante el terrible encierro: la negación de la culpa, la congoja ante la nefasta suerte, la creencia en un falso ideal político que da la esperanza de una amnistía, la decepción ante los burócratas, y el acto final que supone una fuga que de sopetón traería la solución que la sociedad no puede. Y es en ese espíritu donde la película conmovió más a la audiencia donostiarra, acaso sorprendida por ver que aquel universo en el que la redención no existe y más imaginable en cualquier rincón del tercer mundo, era posible en España hace tan solo unas décadas.
Director Alberto Rodríguez y actor Manuel Herrán durante conferencia de prensa en San Sebastián. Foto: Sayo Hurtado
PERLAS:
-"BROKER" (Corea del Sur) de Hirokazu Koreeda: Dentro de la habitual temática de este cineasta nipón, hay un afán notorio por explorar a sujetos que se saltan el margen de la ley en un espíritu de reivindicación social. Los parias de Koreeda no se ven a sí mismos como una suerte de amorales cínicos, son más bien un acto de justicia detrás de las pillerías en las que creen recuperar lo que la sociedad les niega injustamente. Esta vez, el escenario cambia a Corea del Sur, donde un grupo de delincuentes (quienes se agrupan como si fueran una "familia"), hacen de voluntarios en una iglesia que tiene un buzón para gente que abandona bebés. Por supuesto, ellos borran las imágenes de los videos con las entregas para traficar a los pequeños en el mercado negro a cambio de pingües ganancias.
El diferencial en esta ocasión es como el director lleva la trama hasta convertirla en un melodrama marcado por la sutileza al ahorrarse detalles sórdidos y reflejar, más bien, el espíritu de sus personajes más allá de sus reprochables actos. Y no se trata de una "romantización" de la delincuencia. Koreeda observa a sus creaciones dentro de su terreno habitual, pero les concede la capacidad de la redención a aquellos seres a quienes muchos supondrían carentes de piedad y sentimientos. El resultado no deja de ser sorprendente en ese sentido, pero después de una película con la solidez de "Shoplifters" (2018), lo magnifico deja a lo bueno en un segundo plano.
-"EN LOS MÁRGENES" (España) de Juan Diego Botto: Debut detrás de cámaras en largo de este actor argentino que en el cine ha hecho -literalmente- de todo: desde ser un aplicado alumno de Adolfo Aristaraín, presencia habitual en el cine español o aparecer en blockbusters hollywoodenses como "El Escuadrón Suicida" (2021). En el caso presente, un tríptico de historias que ocurren en un día alrededor de una niña de origen árabe que es sacada de su departamento por la policía con el peligro de que su madre pierda su custodia, un hombre (Luis Tosar) empeñado en encontrar a la Mamá de la pequeña, y una mujer (Penélope Cruz) .cuya vida se derrumba al quebrar el banco con el que tiene la hipoteca de su departamento.
De las ilustres presencias en el elenco, el novel director no les saca mayor lustre más allá de un téte a téte que él mismo sostiene con Cruz con el pretendido afán de ser el momento central de la película, pero que -lamentablemente- se diluye en medio de un pésimo ritmo narrativo que entorpece la correlación de las historias. El pretendido aliento social de la trama se convierte solamente en una exposición de intenciones en la que queda en evidencia el apego de su creador a las fórmulas cliché para retratar al desigualdad social con un ángulo chirriante que tanto emociona a algún público europeo.
-"UN AÑO, UNA NOCHE " (España/Francia) de Isaki Lacuesta: Director con gran recorrido en el documental y con ficciones en las que ha brillado por sacar provecho de actores no profesionales como en "Los pasos dobles" (2011) y "Entre dos aguas" (2018) -ganando con ambas la Concha de Oro aquí en San Sebastián-, su nuevo reto lo pone al frente de un trabajo más emparentado con los géneros, pero en el que hace evidente su renuncia a términos canónicos para manejar el formato con un notable sentido de libertad.
A partir del terrible atentado terrorista ocurrido en la discoteca "Bataclan" de París en noviembre de 2015, la intención de Lacuesta no es abordar una clásica reconstrucción de los hechos en sí, sino en medir el impacto psicológico de lo ocurrido en una pareja (el argentino Nahuel Pérez Vizcayart y la francesa Noemi Merlant) así como en sus amigos cercanos. El acto criminal pasa a un segundo plano y es solo el detonante para reflejar los impulsos xenofóbicos y racistas que ya flotan en la sociedad francesa, además de exponer la descomposición anímica de los novios en cuestión al sobrellevar la tragedia desde intensidades diferentes.
Del resultado nos queda una exploración intimista en la que términos como masculinidad y femineidad se ven en entredicho cuando la relación se ve socavada y aflora el individualismo para poner punto final a la situación, algo solo posible gracias a actores dramáticos que sostienen la trama con gran realismo. Aquí es de destacar el notable trabajo de Pérez Vizcayart, quien ya había demostrado semejante solvencia desde "120 battements par minute" (2017).
Nahuel Pérez Vizcayart y Noemi Merlant durante el rodaje de "Un año, una noche"
-"DON'T WORRY DARLING" (EEUU) de Olivia Wilde: Presencia habitual en la escena estadounidense desde sus días en la serie "The O.C." (2004-2005), Olivia Wilde quiso demostrar que era más que una chica esforzada de la industria y sorprendió a más de uno al dirigir la poco convencional comedia "Booksmart" (2019), con la que caló hondo en el circuito indie. El reto de ratificar sus lauros al frente de un segundo trabajo hizo que desde la concepción de "Don't Worry Darling" se levantara una polvareda con lo que podía ser el gran suceso de la temporada previa al Oscar 2023.
Sin embargo, el culebrón ocasionado desde el detrás de cámaras con la deserción de Shia LaBeouf, la escasa empatía entre la cineasta y la protagonista, Florence Pugh, y el eventual romance de esta última con su compañero de reparto, el cantante Harry Styles, parece tener más sustancia para una comedia de situaciones que para el resultado que deja la tan esperada producción que nos ocupa.
Mientras las redes sociales y los clubes de fans de unos y otros están metidos en una guerra de redes después de muchos desfavorables comentarios tras el estreno de la película en el Festival de Venecia, lo cierto es que esta historia sobre una privilegiada comunidad que habita en el exclusivo e idílico condominio Victoria en los años 50, subraya sobremanera el estilo de vida de la época y los roles verticales asignados a maridos y esposas, siendo los primeros quienes deben traer el sustento a casa y las segundas, quienes deben destacarse como amas de casa a tiempo completo y con una vida de lujo y derroche a su alcance, ignorando que detrás de todo aquello hay una suerte de "sociedad secreta".
Desde telefilmes como "Un extraño dentro de mí" (1974) -con Barbara Eden- y clásicos de la ciencia ficción como "The Stepford Wives" (1975) y su fallido remake de 2004, la posibilidad de una suerte de "sociedad perfecta" basada ya sea por la suplantación robótica o la consagración utópica de un modelo fiel a los ideales del ultra conservadurismo más rancio no reviste mayor novedad. Y es que a pesar de que la película de la Wilde se esfuerza en pulirse en la colorida dirección de arte y las coreografías visuales que privilegian la explotación de los planos generales en momentos de acción, la trama no plantea nuevos ni novedosos caminos a partir de los referentes ya citados, sonando más bien a un reciclaje poco original que no es ni por asomo el éxito que se pretendía vender. Las defensas talibanas del título presente corren más bien por cuenta de fanáticos de las estrellas de turno.
Directora Olivia Wilde durante photocall a su llegada a San Sebastián. Foto: Sayo Hurtado
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